La obra personal de Irving Penn ha sido una constante experimentación con el lenguaje visual, investigando prácticamente en todas las facetas de la fotografía: bodegón, desnudo, retrato….
Retrato de Picasso
El retrato es una de sus disciplinas favoritas y por las que más se le conoce popularmente. Siempre se mantuvo leal a sus primeras «fórmulas de alquimia visual».
Espacios inexpresivos por sí mismos, vacíos de connotaciones que nos den pistas sobre el personaje. Luces, casi siempre misteriosas que dejan oculta una parte de la imagen, como respetando una cierta intimidad del retratado.
La escenografía de éstos retratos parece, en teoría, diseñada para no decir nada más que lo que se ve de cada persona, pero en la práctica nos permite mirar directamente a los ojos a uno personajes que normalmente viven posando, dando la imagen que les exige su estatus de seres públicos.
En las fotos de Penn, aparecen con la mirada que él ha elegido, con sus elegantes trajes descolocados, su altivez traicionada por un detalle en la posutra descuidado por la tensión que crea el objetivo, o ensalzados como mitos por la composición sencilla y perfecta, resaltada po rla luz, sólo deja ver un rasgo genial o nos dirige la atención a un detalle del rostro, de una mano o un accesorio del vestuario que dice cosas del tetratado aunque él las quisiese ocultar.
Desnudos
En los años 50 investigó sobre las posibilidades del desnudo en su forma de ver la fotografía. En la intimidad de su estudio se dedicó al atardecer a buscar ángulos y enfoques en el cuerpo femenino que eran la antítesis en cuanto a belleza de las espléndidas modelos que durante el día fotografiaba para la revista Vogue. Llegó a reunir una extensa serie de primeros planos incompletos: cuerpos rotundos, en torsión, privados de cabeza y extremidades, que planteaban la eterna discusión sobre qué es bello en realidad.
Nunca dejó esta afición al desnudo y en 1999 publicó una serie fantásitica «Bailarina», donde por cierto la fotografía de la modelo Gisele se vendió por 42.000 euros en una subasta de la casa Christie´s de Nueva York no hace demasiado tiempo.
Se casó con la más fascinante de sus modelos, Lisa Fonssagrives, y que se sepa no volvió a trabajar el desnudo (al menos que se sepa). Cosas del matrimonio…
Moda 1950
No están muy separadas las fotos de moda de los retratos, en cuanto al tratamiento de los ambientes y de la luz.
Aunque no todas son como la de la ilustración, es característico el empleo de fondos lisos de tela o cartón que dejan claro que es una foto de un vestido en el estudio de un fotógrafo. Algo que hoy en día nos parece tan obvio y habitual, rompió con la costumbre reinante en los años anteriores de recrear los ambientes en los que se movían esas mujeres de ensueño: palacios, plateas de la ópera, fiestas lujosas, que ontaban una película de mundos deseables en los que el vestido se impregnaba de aristocracia, elegancia y buen gusto a las que las revistas de estilo no querían renunciar.
Pero aquí vemos simplemente las líneas de un vestido interpretadas con luz y composición, en el contexto de un lugar sin referencias culturales o sociales, con la única expresividad que tiene la obra de un diseñador de moda colocada sobre el cuerpo de una modelo, sin más personalidad que la que le aporta ese vestido.
También recreó y fotografió ambientes naturales, pero casi siempre dejando claro que eran simulaciones, montados para resaltar el protagonismo de la ropa. En lagunas fotos incluso aparacen cabes, trípodes o bordes de forrillos, para que se viese que eran fotos de estudio, haciendo presente, de una forma subliminal, al fotógrafo en su lugar de trabajo.
Moda Actual
Comparando aquellas fotos con las más modernas de los 80, vemos que el concepto es el mismo, y casi lo único que cambia es el tipo de mujer que usa de modelo. Fotográficamente seguimos viendo esos espacios vacíos con luz de estudio, controladísima sobre los detalles que interesan al fotógrafo y el resultado final concreto y conciso.
Esta elección de estilo mantiene a Irving Penn como un profesional práctico para cualquier director de arte, porque además de aportar el peso de su firma, aún en sus últimos años de profesión (murió en el 2009) fue capaz de afrontar con éxito trabajos con una fuerte carga vanguardista. Y aunque debemos admitir que en ciertas imágenes no podemos saber exactamente cuál es la aportación del fotógrafo y cuál la del equipo de estilistas, director de artes y otros colaboradores, lo cierto es que el resultado final sigue estando a la estela de los años 50 y sigue siendo vanguardista.
En sus últimos años, la creatividad de Penn floreció y adoptó con entusiasmo nuevas ideas, experimentó con la impresión digital en color y estructuró cuidadosamente sus archivos. Finalmente en 2009, murió en Nueva York, a los 92 años y dejó en su memoria The Irving Penn Foundation, una institución que surgió del estudio del fotógrafo y que fusiona todas sus obras, fotografías e información sobre el artista.